Hablemos de cuando eras feliz

- Abuelo, cuentame esa historia de cuando era niño, yo puedo acordarme de aquellos dias.

- ¿Qué parte es la que no recuerdas?

- Cuando mamá me dejaba con vosotros siendo un bebé y paseabamos por el parque y empezaba a darle patadas a una pelota. Porque yo de niño quería ser fútbolista, como Ruben Sosa, después vino lo del baloncesto, ¿te acuerdas?

- ¡Como no!, eras un enano y andabas todo el tiempo corriendo de arriba para abajo, y yo y tu abuela no podiamos descansar un solo segundo.

- Hasta una vez jugando contra la yaya en el pasillo me abrí la cabeza.

- Si, menudo susto.

-Yo entonces era el único, todo eran atenciones para mi.

- Si claro, el primer nieto.

- Y cuando nos ibamos paseando a ver los partidos de fútbol, en los campos de arena. Siempe llegabamos y tu te liabas un cigarrillo y a los años cuando movieron el campo y cuando querían cobrar entrada nos subiamos a lo alto de la loma para poder verlo sin pagar...

- ¡No ibamos a pagar por ver eso!, con lo malos que eran...

- Y estos veranos cuando después de la comida nos ibamos al horno en Anadón y tu me invitabas siempre al café, despúes si ganaba la partida nunca tenían nada que pagarme...

- Claro, pero cuando perdias tampoco tenias que pagar tu parte.

- Jajaja, eso si que es cierto.

- ¿Y qué paso el otro día?

- Me mareé y caí.

- Cuando me llamó mamá pensé que no era nada y después en el hospital pensé que pronto estarías en casa con todos nosotros. Pero ya no regresaste más, todo el mundo decía que algo malo había pasado y te ibas, yo no me atreví a despedime, fuí a verte y no pude, me tuve que marchar.
Lo siento mucho, se que no estuve a la altura, ya te lo dije luego, pero nunca será lo mismo.
Te marchaste y no te pude presentar la persona más importante de mi vida, pronto va a estar aquí conmigo, vas a ver que es un tesoro y vamos a ser muy felices.
De todos modos algún día nos volveremos a ver y entonces si que podré contar todo esto y muchas otras cosas mejor.
Hasta siempre yayo, te quiero.