Las aguas del Garonne
Barcelona, mayo 1890.
Los preparativos habían concluido, la salida hacia Burdeos sería al alba, Andreu, su ayudante lo acompañaría, intentarían cruzar la frontera por la Junquera en una jornada, atravesarían el Rosellón y llegaríana Carcasonne, esto podría llevarles una o dos jornadas, enfilarían el camino a Touluse y una vez allí embarcarían y descenderían por el río Garonne, dejandose llevar por la corriente, hasta el mismo Burdeos. Si la dicha les era propicia probablemente estarían allí en una semana, era un viaje fácil, ya lo había hecho en varias ocasiones acompañado de su padre.
Joan, su padre, era un industrial catalán, mercadeaba con tejidos y manufacturas, que fabriacaba en una pequeña factoría en la que empleaba, veinte hombres y cuarenta niños, su mayor afición era el vino, pero decía que los caldos ibericos solo embotaban la mente y no hacían disfrutar al paladar. En su juventud conoció a Gastón un joven emprendedor que viajó a Barcelona con la idea de copiar algunos aspectos del proceso de producción que se llevaban a cabo en sus factorías, al final, Gastón, de ese viaje se llevó nada más que un amigo, puesto que al poco de estar en España recibió la noticia de que su padre y su hermano mayor habían fallecido a causa de unas extrañas fiebres.
Regresó a Burdeos su ciudad natal y heredó los viñedos de sus antepasados, algo que no quería, asi se vió obligado a cambiar su perspectiva, y la fabrica de sus sueños se convirtió en la fértil vid y la oscura bodega. Su mente despierta y emprendedora le hizo comprender que un nuevo siglo se avecinaba y muchas cosas debían cambiar en sus viñedos, mandó construir unas nuevas bodegas, y experimento con nuevas variedades de uva, así consiguió producir unos caldos excelentes que rápido se hicieron celebres en la región, incluso se decía que el presidente de la república, Jules Grévy, almorzaba y cenaba disfrutando de los vinos de Gastón.
Con todo, la primera botella de cada vendimia viajaba a Barcelona, Joan, que esperaba con impaciencia para paladear, "la miel en los labios, el fuego en el pecho, y la luz en los ojos", una buena mañana dejó la fábrica en manos de su capataz y partió en busca de su amigo, era 1885 y ese viaje se repetiría año a año.
Pero esa primavera de 1890, Joan, se vió impedido por una mala caida y el doctor le prihibió taxativamente cabalgar y desplazase largas distancias. Así que por primera vez su hijo iba a ser el jefe de la expedicón.
Partieron al alba y a caballo, atrás quedaba su prometida y su casa, al mirar atrás tubo una extraña sensación que no supo identificar. Avanzaron rápido hasta la frontera en esa primera jornada, descansaron en la misma posada de siempre, si la suerte les acompañaba estarían en Touluse en dos dias.
Y pasaron esos dos dias, tal y como estaba previsto arrivaron en Touluse al atardecer, buscaron la maison de Mathieu y como todos los años preguntaron por el dueño.
Entonces apareció ella, era un ángel herido vestía negro de luto, pero sus ojos negros ya no estaban tristes, les explicó que su padre y su marido fueron asesinados a manos de unos vandidos y que desde hace seis meses ella estaba a cargo de la posada, pues era lo único que le quedaba.
Él al principio pensó que era dura, una mujer sin sonrisa, pero conforme pasaban los minutos se sentía menos intimidado, hablaron de todo, dibujaron el mapa de sus vidas hasta ese instante y quedaron solos en el comedor, él se dió cuenta de que debía de partir camino a Burdeos en pocas horas, se disculpó y le agradeció su atención.
En los albores de la siquiente mañana se reencontraron y se despidieron hasta la vuelta. Entonces él lo vió y supó que estaba perdido, ella había sonreido antes de besarle la mejilla.
En la barcaza camino de Burdeos, el no podia librarse de esa imagen que había quedado grabada en su mente a fuego, era distinto a todo lo que había sentido antes notaba su corazón alterado y en su estómago un vacío doloroso y dulce. Debía sacarla de su cabeza, su alma ya no le pertenecía a él, pero no podía.
Los dias con Gastón en Burdeos fueron preciosos, Gastón siempre se mostraba generoso y agasajador con sus invitados, aunque al principio se le notaba un poco apesadumbrado por la ausencia de Joan. Al final de esas dos semanas partieron con las alforjas copadas de vino y epezaron a desandar el camino andado poco antes. Casi se había obligado a olvidar aquella sonrisa y lo último que tenía pensado hacer era regresar a esa posada.
Una vez en Touluse, la casualidad volvió a jugar su papel, y ella dobló la esquina de la calle por la que ellos caminaban. La imaginó sonreir de nuevo y sin querer empezó a caminar hacia su perdición.
Llegaron allí y la saludaron, entonces él tubo una percepción extraña, le pareció como si ella no se alegrara mucho de verles de vuelta en su casa. Durante la cena ella se mantubo distante y él la perseguía con la mirada, hasta que no pudo más y una vez teminada su comida, se levanto y se dirigió a ella. Nadie recuerda mucho de esa conversación pero se estiró horas y horas.
Otra vez se quedaron solos en el comedor, él buscaba un beso suyo, pero sabía que si encontraba uno siempre estaría buscando el siguiente, pero sintió que ella le acariciaba el cabello y era tan dulce, que no quiso resistirse más.
A la mañana siguiente Arnau esperaba en la puerta y conversaron, él le dijo:
- Vuelve a casa solo, yo ya he encontrado mi lugar. Dile a padre que me quedo aquí y a mi prometida dile la verdad, probé las dulces aguas del Garonne y me ahogué en ellas.
Del resto de la historia se desconoce gran parte, solo el final escrito a mano en una carta:
"Amor, mi tiempo aquí se acaba, pero se que pronto nos volveremos a encontrar de nuevo, no se si será mañana o dentro de dos mil años, pero yo te reconoceré cuando te vea y tu me reconocerás a mi, hay cosas que la muerte no puede separar."
Y ella sonrió.
2 Comments:
Tenes una imaginacion privilegiada... o es una memoria excelente?
you've got what it takes to write good stuff ma' friend. :)
Ambi: Gracias de nuevo, yo creo que es un poco de las dos cosas...:)
Aikugur: Perdonado.
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