Esta carta va dedicada a esos papás amantisimos que no permiten a sus hijos disfrutar de los entretenimientos que el mundo virtual ofrece, a ellos con mucho cariño:
Hace un tiempo leí algo parecido a esto:
Los videojuegos no influyen en la gente, si fuese cierto, los niños de hace 15/20 años que jugaban al PAC-MAN, actualmente se divertirían en sitios oscuros, con luces destelleantes, musica electrónica y comiendo pastillas. Yo le añadiría, huyendo de fantasmas que se sienten amenazados después de la ingesta de la gran pastilla amarilla...
En ese instante me sentí cruelmente identificado con esta irónica concepción del efecto que mis primeros videojuegos podrían tener en mi vida actual.
Digamos que el primer contacto que tube con un soporte para el entretenimiento elctrónico, fué con el ordenador Amstrad que mis primas tenían en su casa, los juegos allí se cargaban con una cinta de cassette y la verdad es que para un enano de tres o cuatro años eran muy pero que muy entretenidos.
The mummy: El objetivo del juego era profanar una serie de tumbas, de las cuales surgían tesoros que tenías que recoger, eso si de vez en cuando despertabas a las momias que te perseguían sin piedad.
El pato mareado: En este caso se trataba de encarnar a un pato que como un loco y contra el reloj debía de recoger sus huevos, lo que no consigo aún explicarme es por qué si el pato no llegaba a tiempo el huevo en cuestión eclosionaba y de el surgía un dragón volador.
Máquina tragaperras: Típico simulador de una de esas máquinas que hay en los bares, que de vez en cuando y si les caes simpático te sueltan algo de dinero.
World Cup Spain'82: Si señor, el juego del mundial de España, pero sin naranjito.
Después de eso ya llego a mis manos mi primera videoconsola Nintendo, con ella otro tipo de juegos:
Tetris: Por todos conocido en alguna de su doscientas mil versiones, ordenar piedras que caen del cielo con el único objetivo de que al colocar una linea completa estas desaparezcan.
Super Mario Bros: Cuenta la historia de dos hermanos fontaneros y cleptómanos que van al rescate de una princesa secuestrada por una tortuga gigante con cuernos, para ello tienen que luchar contra toda la naturaleza, setas, tortugas, calamares, peces, plantas carnívoras. Y lo que es más, como buenos fontaneros, nunca dudan en meterse dentro de cualquier tubería.
Pues bien, aquí la conclusión al tema:
1º.- Nunca, y caundo digo nunca, es nunca, me he ido a un cementerio con la idea de profanar una tumba para ver que tesoros encuentro dentro.
2º.- Suelo comer los huevos antes de que caduquen, pero si alguna vez alguno se me ha quedado olvidado, no he tenido nunca que huir del dragón que ha salido del mismo y que me persigue dispuesto a eliminarme.
3º.- No he gastado más de dos euros en mi vida en ese tipo de máquinas.
4º.- España no ha ganado nunca, ni ganará, un mundial de fútbol.
5º.- El hecho de que no ordene mis cosas muy a menudo, no quiere decir que tenga miedo a que desaparezcan si lo hago, solo soy vago.
6º.- Después de comer una seta no he aumentado seis veces de tamaño, nunca he tenido la tentación de saltar encima de una tortuga para después patearla, y por supuesto, no he intentado meter la cabeza por la taza del water, para descubir el mundo desconocido que se esconde detrás.
En fín, como podeís ver los videojuegos parece que no han influido mucho en mi vida.
¿¿Y en la vuestra??